Para este mes de abril os comparto el cuento «Finales Felices», de Margaret Atwood, una pieza de metaficción que parte del cliché de «chico conoce chica» y juega con la fórmula de las novelas tipo «elige tu propia aventura», con seis posibles finales o variaciones de una misma historia.
El tema es la vida ideal, la presunta vida perfecta, el comieron felices, la farsa de la felicidad y el cuento de hadas, el príncipe azul y todos sus amigos sapos. Utiliza un punto de vista narrativo que también os animo a explorar: uno omnisciente en tercera persona que se entremezcla con las anotaciones de una segunda persona que nos interpela y nos convierte en lectoras activas o incluso en escritoras, presentes o futuras, y nos hace cuestionarnos conceptos sobre el amor romántico o el papel de las mujeres como personajes en la historia de la literatura (al menos estas cuestiones me las ha planteado a mí, entre otras). Gracias a este punto de vista narrativo es difícil empatizar con los personajes, con una trama a veces esquemática, como si no fueran creíbles del todo, como si se viera el artificio de la creación y al final fuera una historia sobre cómo escribir historias con meros ejemplos y nombres azarosos.
Atwood lo publicó en 1983, dos años antes que su gran y famosa novela El cuento de la criada.
Os voy a hacer un gran spoiler antes de que lo leáis: al final todos mueren.
Es el único final posible, ya lo sabemos, aunque a veces se nos olvide (menos mal), pero este cuento de la escritora canadiense nos lo recuerda y con él demuestra que la importancia del final no radica en lo que pasó. Ya entenderéis por qué (y cómo) tras su lectura. Solo os puedo decir, por seguir haciéndole guiños a Margaret Atwood, a ver si así se entera y se hace mi amiga y mi maestra particular, que este es un relato «interesante», «estimulante» y «desafiante», como todos los condenados a finales infelices.
(Os dejo también el relato original en inglés, para quienes tengan el placer y privilegio de poder leerlo tal y como lo escribió ella).
Finales Felices
Margaret AtwoodJohn y Mary se conocen.
¿Qué pasa después?
Si quieres un final feliz, elige el A.A.
John y Mary se enamoran y se casan. Ambos tienen trabajos dignos y muy lucrativos, que les parecen interesantes y estimulantes. Compran una casa encantadora. El valor de las propiedades sube. Cuando finalmente pueden pagar por un servicio de limpieza, tienen dos hijos, a quienes adoran. Los niños crecen bien. John y Mary tienen una estimulante y a la vez desafiante vida sexual, y también amigos que valen la pena. Juntos disfrutan de divertidas vacaciones. Se jubilan. Ambos tienen pasatiempos que encuentran estimulantes y desafiantes. Por último, mueren. Este es el final de la historia.
B.
Mary se enamora de John pero John no corresponde a sus sentimientos. Tan sólo usa su cuerpo para saciar su propio placer y, de una manera indiferente, para satisfacer su ego. Va a su departamento dos veces a la semana y ella le cocina (notarás que él ni siquiera cree que ella merece una cena fuera), después de que come se la coge y finalmente se duerme mientras ella lava los platos, para que no piense que es desaseada con todos esos platos sucios tirados por doquier, y se pone lápiz de labios para verse bien cuando él despierte, pero cuando se despierta él ni se da cuenta, se pone sus calcetines y sus pantalones y su camisa, y su corbata y sus zapatos, justamente al revés de como se los quitó. No desnuda a Mary, ella lo tiene que hacer, actúa como si se muriera de ganas cada vez, no porque le guste mucho el sexo, no le gusta, pero quiere que John piense que sí le gusta porque si lo hacen con regularidad seguro que él se acostumbrará a ella, aprenderá a depender de ella y se casarán, pero John difícilmente se despide cuando cruza la puerta para irse y tres días después regresa a las seis en punto y repiten todo lo anterior.
Mary se quiebra. Llorar hace que una cara parezca deslucida, todos lo saben, incluso Mary, pero no puede parar. En su trabajo lo empiezan a notar. Sus amigos le dicen que John es una rata, un cerdo, un perro, que no la merece, pero ella no lo puede creer. Dentro de John, ella piensa, hay otro John que es mucho mejor. Ese otro John surgiría como una mariposa de su capullo, como un muñeco de una caja de resorte, como un hueso de una ciruela, si tan sólo exprimiera lo suficiente al primer John.
Una tarde John se queja de la comida. Nunca se había quejado de la comida. Mary se siente herida.
Sus amigos le dicen que lo han visto en un restaurante con otra mujer que se llama Madge. En realidad, ni siquiera es Madge quien molesta a Mary, es el restaurante. John nunca llevó a Mary a ningún restaurante. Mary junta todas las pastillas para dormir y aspirinas que puede encontrar, las toma junto con media botella de jerez. Puedes saber qué clase de mujer es por el hecho de que ni siquiera tiene whisky. Deja una nota para John. Espera que la descubra y la lleve al hospital a tiempo y se arrepienta y se casen, pero nada de esto ocurre y ella muere.
John se casa con Madge y todo sigue como en A.
C.
John, que es un hombre maduro, se enamora de Mary, y a ella, que tan sólo tiene veintidós, le causa compasión porque está preocupado por su incipiente calvicie. Se acuesta con él aunque no está enamorada. Lo conoció en el trabajo. Está enamorada de un tipo llamado James, quien, como ella, tiene veintidós, pero que no está listo para sentar cabeza.
John, por el contrario, sentó cabeza hace mucho tiempo: esto es lo que le está fastidiando. John tiene un trabajo fijo y respetable y está ascendiendo en su área, pero Mary no está impresionada, le fascina James, que tiene una motocicleta y una increíble colección de discos. Pero James monta en su motocicleta en busca de la libertad demasiado seguido. La libertad no es lo mismo para las chicas, así que, por mientras, Mary pasa los jueves con John. Los jueves son los únicos días que John tiene libres.
John está casado con una mujer llamada Madge, y ellos tienen dos hijos, una casa encantadora que compraron justo antes de que las propiedades subieran de precio, y pasatiempos que ambos encuentran estimulantes y desafiantes… cuando tienen tiempo. John le dice a Mary que ella realmente le importa, pero que por supuesto no puede dejar a su esposa, porque un compromiso es un compromiso. Él repite esto más veces de las necesarias y Mary encuentra el tema realmente fastidioso, pero los hombres maduros pueden hacerlo por mucho más tiempo así que no se la pasa tan mal.
Un día, el viento trae consigo a James, a su motocicleta y a un híbrido de California genial; James y Mary están más drogados de lo que podrías creer y así se van a la cama. Todo parece como si sucediera por debajo del agua, pero el viento trae también John, quien tiene las llaves del departamento de Mary. Los encuentra drogados y pegados. Difícilmente está en una posición de tener celos si se toma en cuenta a Madge, pero aun así enloquece. Después de todo se encuentra en la crisis de los cuarenta; en dos años se quedará tan pelón como un huevo y simplemente no puede soportarlo. Compra una pistola diciendo que la necesita para practicar el tiro al blanco —esta es la parte más sutil de la historia, pero se puede retomar más tarde— y les dispara a los dos y luego a sí mismo.
Madge, después de guardar luto durante un periodo razonable, se casa con un comprensivo hombre llamado Fred y todo continúa como en A pero con nombres diferentes.
D.
Fred y Madge no tienen problemas. Tienen una relación excepcionalmente buena y son capaces de solucionar cualquier dificultad que pueda surgir, por pequeña que sea. Sin embargo, su encantadora casa está cerca de la costa y un día un gigantesco maremoto se aproxima. Los valores de bienes raíces bajan. El resto de la historia trata de qué fue lo que causó el maremoto y cómo ellos logran escapar. Lo logran, aunque miles mueren ahogados. Una parte de la historia trata sobre las circunstancias de la muerte de los ahogados, pero Fred y Madge son virtuosos y afortunados. Cuando al fin llegan a un terreno alto se abrazan —empapados, chorreando, agradecidos—, y todo continúa como en A.
E.
Sí, pero Fred sufre del corazón. El resto de la historia gira sobre cuán amables y compresivos son hasta la muerte de Fred. Entonces Madge se dedica a obras de caridad y termina como en A. Si quieres, puede ser “Madge”, “cáncer”, “confundida y culpable” y “aficionada a la ornitología”.
F.
Si piensas que lo anterior es demasiado burgués, convierte a John en revolucionario y a Mary en una agente de contraespionaje, a ver qué tan lejos llegas. Recuerda que estamos en Canadá. Aunque en el intermedio desarrolles una saga escandalosa y excitante, de carácter pasional, una crónica fuera de tiempo más o menos, de todos modos terminarás en A.
Tendrás que enfrentar que los finales siempre son los mismos sin importar cómo construyas la historia. No te engañes con otros desenlaces, son todos falsos, ya porque sean engaños maliciosos y deliberados, ya porque hayan sido motivados por un excesivo optimismo, por no llamarle sentimentalismo.
El único final auténtico es el que viene a continuación:
John y Mary mueren. John y Mary mueren. John y Mary mueren.Eso es todo lo que hay que decir sobre los finales. Los inicios son siempre más divertidos. No obstante, se sabe que los verdaderos conocedores prefieren alargar el espacio entre uno y otro, ya que es lo más difícil de trabajar.
Eso es básicamente todo lo que se puede decir de las tramas: que al final no son más que una acción tras otra, un qué y un qué y un qué.
Ahora intenta con Cómo y Por Qué.
«Happy Endings»
Margaret AtwoodJohn and Mary meet.
What happens next?
If you want a happy ending, try A.A.
John and Mary fall in love and get married. They both have worthwhile and remunerative jobs which they find stimulating and challenging. They buy a charming house. Real estate values go up. Eventually, when they can afford live-in help, they have two children, to whom they are devoted. The children turn out well. John and Mary have a stimulating and challenging sex life and worthwhile friends. They go on fun vacations together. They retire. They both have hobbies which they find stimulating and challenging. Eventually they die. This is the end of the story.
B.
Mary falls in love with John but John doesn’t fall in love with Mary. He merely uses her body for selfish pleasure and ego gratification of a tepid kind. He comes to her apartment twice a week and she cooks him dinner, you’ll notice that he doesn’t even consider her worth the price of a dinner out, and after he’s eaten dinner he fucks her and after that he falls asleep, while she does the dishes so he won’t think she’s untidy, having all those dirty dishes lying around, and puts on fresh lipstick so she’ll look good when he wakes up, but when he wakes up he doesn’t even notice, he puts on his socks and his shorts and his pants and his shirt and his tie and his shoes, the reverse order from the one in which he took them off. He doesn’t take off Mary’s clothes, she takes them off herself, she acts as if she’s dying for it every time, not because she likes sex exactly, she doesn’t, but she wants John to think she does because if they do it often enough surely he’ll get used to her, he’ll come to depend on her and they will get married, but John goes out the door with hardly so much as a good-night and three days later he turns up at six o’clock and they do the whole thing over again.
Mary gets run-down. Crying is bad for your face, everyone knows that and so does Mary but she can’t stop. People at work notice. Her friends tell her John is a rat, a pig, a dog, he isn’t good enough for her, but she can’t believe it. Inside John, she thinks, is another John, who is much nicer. This other John will emerge like a butterfly from a cocoon, a Jack from a box, a pit from a prune, if the first John is only squeezed enough. One evening John complains about the food. He has never complained about her food before. Mary is hurt.
Her friends tell her they’ve seen him in a restaurant with another woman, whose name is Madge. It’s not even Madge that finally gets to Mary: it’s the restaurant. John has never taken Mary to a restaurant. Mary collects all the sleeping pills and aspirins she can find, and takes them and a half a bottle of sherry. You can see what kind of a woman she is by the fact that it’s not even whiskey. She leaves a note for John. She hopes he’ll discover her and get her to the hospital in time and repent and then they can get married, but this fails to happen and she dies.
John marries Madge and everything continues as in A.
C.
John, who is an older man, falls in love with Mary, and Mary, who is only twenty-two, feels sorry for him because he’s worried about his hair falling out. She sleeps with him even though she’s not in love with him. She met him at work. She’s in love with someone called James, who is twenty-two also and not yet ready to settle down.
John on the contrary settled down long ago: this is what is bothering him. John has a steady, respectable job and is getting ahead in his field, but Mary isn’t impressed by him, she’s impressed by James, who has a motorcycle and a fabulous record collection. But James is often away on his motorcycle, being free. Freedom isn’t the same for girls, so in the meantime Mary spends Thursday evenings with John. Thursdays are the only days John can get away.
John is married to a woman called Madge and they have two children, a charming house which they bought just before the real estate values went up, and hobbies which they find stimulating and challenging, when they have the time. John tells Mary how important she is to him, but of course he can’t leave his wife because a commitment is a commitment. He goes on about this more than is necessary and Mary finds it boring, but older men can keep it up longer so on the whole she has a fairly good time.
One day James breezes in on his motorcycle with some top-grade California hybrid and James and Mary get higher than you’d believe possible and they climb into bed. Everything becomes very underwater, but along comes John, who has a key to Mary’s apartment. He finds them stoned and entwined. He’s hardly in any position to be jealous, considering Madge, but nevertheless he’s overcome with despair. Finally he’s middle-aged, in two years he’ll be as bald as an egg and he can’t stand it. He purchases a handgun, saying he needs it for target practice –this is the thin part of the plot, but it can be dealt with later– and shoots the two of them and himself.
Madge, after a suitable period of mourning, marries an understanding man called Fred and everything continues as in A, but under different names.
D.
Fred and Madge have no problems. They get along exceptionally well and are good at working out any little difficulties that may arise. But their charming house is by the seashore and one day a giant tidal wave approaches. Real estate values go down. The rest of the story is about what caused the tidal wave and how they escape from it. They do, though thousands drown, but Fred and Madge are virtuous and grateful, and continue as in A.
E.
Yes, but Fred has a bad heart. The rest of the story is about how kind and understanding they both are until Fred dies. Then Madge devotes herself to charity work until the end of A. If you like, it can be «Madge,» «cancer,» «guilty and confused,» and «bird watching».
F.
If you think this is all too bourgeois, make John a revolutionary and Mary a counterespionage agent and see how far that gets you. Remember, this is Canada. You’ll still end up with A, though in between you may get a lustful brawling saga of passionate involvement, a chronicle of our times, sort of.
You’ll have to face it, the endings are the same however you slice it. Don’t be deluded by any other endings, they’re all fake, either deliberately fake, with malicious intent to deceive, or just motivated by excessive optimism if not by downright sentimentality.
The only authentic ending is the one provided here:
John and Mary die. John and Mary die. John and Mary die.
So much for endings. Beginnings are always more fun. True connoisseurs, however, are known to favor the stretch in between, since it’s the hardest to do anything with. That’s about all that can be said for plots, which anyway are just one thing after another, a what and a what and a what.
Now try How and Why.
Murder in the Dark: Short Fictions and Prose Poems (Toronto: Coach House Books, 1983, 85 págs.)