El miércoles 22 de marzo, a las 19 horas, la Biblioteca Pública de Maó acogerá la cita «Contes de dones a la finestra», con textos del taller de escritura de Ana Haro y las interpretaciones del grupo de narradoras Menorca Ses Pinyoles.
“Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. En todos los claustros, cocinas, estrados y gabinetes de la literatura universal donde viven mujeres existe una ventana fundamental para la narración, de la misma manera que la suele haber también en los cuartos inhóspitos de hotel que pintó Edward Hopper y en las estancias embaldosadas de blanco y negro de los cuadros flamencos. Basta con eso para que se produzca a veces el prodigio: la mujer que leía una carta o que estaba guisando o hablando con una amiga mira de soslayo hacia los cristales, levanta una persiana o un visillo, y de sus ojos entumecidos empiezan a salir enloquecidos, rumbo al horizonte, pájaros en bandada que ningún ornitólogo podrá clasificar, cazar ningún arquero ni acariciar ningún enamorado y que levantan vuelo hacia el reino inconcreto del que sólo se sabe que está lejos, que no lo ha visto nadie y que acoge a todos los pájaros ateridos y audaces, brindándoles terreno para que hagan su nido en él unos instantes”.
Este es un fragmento del relato de la maestra Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 – Madrid, 2000), titulado “De su ventana a la mía”, que hace un par de años grabé en Ivoox para grabarlo en mi memoria. Un relato que se publicó en 1987 en el ensayo del mismo nombre de la autora y que fue incluido una década después en la antología de Laura Freixas, Madres e hijas. Martín Gaite reivindicó en su obra la ventana como el lugar de los sueños, de la imaginación, la ventana como umbral, como esa frontera entre lo público y lo privado, sí, pero también como una puerta al mundo íntimo de cada “mujer ventanera”, un concepto hasta entonces con carácter despectivo utilizado para calificar a la mujer fisgona y/o provocadora, a la mujer que se muestra públicamente, a la del escándalo, a la que recoge el refranero español con más de una docena de ejemplos (casi todos, por suerte, ya en desuso). El más famoso, con la reputación por delante, claro: «Joven ventanera, mala mujer casadera». Aunque también los hay directamente violentos: «A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena».
Sea como sea la ventana es un elemento narrativo muy pegado a las protagonistas femeninas, cuyo mundo, hasta hace muy poco, estaba casi siempre limitado por los muros de la casa. Con esta inpiración de Martín Gaite y la prouesta de Laia García, una de las narradoras de Menorca que forman Ses Pinyoles, nos pusimos a trabajar en los talleres de este curso de La isla de los escritores. El objetivo era componer cuentos breves en los que la protagonista fuera una mujer y donde apareciera una ventana como símbolo o elemento clave de la historia. De la selección de esos textos se ocuparían después las narradoras Noelia Mas, Maria Galetta, Andrea Oyamburu, Raquel de Manuel Mur, Maribélula y la propia Laia Garcia, con permiso para modificarlos, traducirlos, acortarlos, interpretarlos a su manera. La transformación de esos textos de «mujeres ventaneras» escritos por Carme Mateu, Sonia Gafo, Rosa Preto, Mela Ortiz, Reme-dios, Beatriz Gburek, José Luis Antón-Pacheco, Sonia Pallejà, Ivanka Rosa, Dionisio López, Andre DVint y Eva Miguel, en los cuerpos y voces de Ses Pinyoles la descubiremos este miércoles 22 de marzo a las 19 horas en la Biblioteca Pública de Maó.
El acto es, además, la celebración del Día Internacional de la Narración Oral, que se celebra cada 20 de marzo.