
Comparto en esta carta de octubre, un fragmento del ensayo La escritura indómita, de Mary Oliver, con la traducción de Regina López Muñoz, publicado por Errata naturae (2021). El texto que copio, escrito en 1991, se titula «Pluma, papel y un soplo de aire», y de la parte de los «Extractos» de su libreta del bolsillo de atrás que ella recogió he hecho una selección.
El libro es un paseo poético, íntimo, por la naturaleza salvaje y por las palabras. Es un canto a la creación (en todos sus sentidos) desde el inicio, con ese prólogo-hilo-deleite de Elena Medel (incluso un poco antes, desde el título: qué hermosa palabra esa de «indómita» unida a la escritura) y hasta el epílogo y un poco más allá, hasta el mismo colofón —que es como se llama a ese texto que suele ir en la última página y que indica el lugar y la fecha en la que se terminó de imprimir un libro—, donde distinguen a Mary Oliver con el título de «Patrullera de Marismas y Marjales», siguiendo el ejemplo de Thoreau, que se nombró a sí mismo «Inspector de Tormentas de Nieve».
Ahora entenderéis mejor a qué me refiero y también, quizá, el porqué de las libretas:
Pluma, papel y un soplo de aire
Mary Oliver
Durante treinta años como mínimo, y prácticamente en todo momento, he llevado encima una libreta, en el bolsillo de atrás. Y siempre el mismo tipo de libreta: pequeña, de siete centímetros y medio por doce y medio, y cosida a mano. De ninguna forma escribo poemas en esos cuadernos. Y sin embargo, a lo largo de los años se han intercalado frases que al final han aparecido en mis poemas. Es decir, son las páginas de las que parto. También recojo hechos diversos que son importantes para mí, con carácter temporal o permanente: la primera vez que avisto ciertas aves en primavera, direcciones, citas de libros que estoy leyendo, comentarios de la gente, listas de la compra, recetas, pensamientos.
Muchas de las frases e ideas anotadas en las libretas no dan el salto a la prosa pulida o a los poemas. Digamos que no se desarrollan en mi inconsciente, y mi mente consciente tampoco tira de ellas. Esto no significa necesariamente que posean un carácter trivial o efímero; puede ocurrir que sean semillas sembradas un día demasiado frío: aún no ha llegado su momento. A menudo descubro la misma idea asomando en distintas frases, antes de proceder a elaborarla.
No voy usando las páginas de principio a fin, sino al azar, de forma desordenada. Escribo en la primera hoja por la que se abra la libreta. No tengo ni idea del porqué. Cuando casi está completa, empiezo otra. En las libretas de primavera y otoño, sobre todo, hay páginas donde la caligrafía es borrosa y cuesta leerla. La primavera y el otoño son las estaciones lluviosas, y casi todas las entradas están hechas al aire libre.
Todo lo que escribo es extremadamente preciso en términos de expresión y ritmo. En una libreta vieja puedo encontrar: «Mira los árboles / transformando / sus cuerpos / en pilares de luz». En un cuaderno más reciente: «La refinada angustia del lenguaje / lo atravesó de parte a parte». Algunas veces lo escrito no resulta comprensible para cualquiera, sino que se trata más bien de una especie de taquigrafía privada. La entrada «6/8/92 ¡guau!» me recuerda que, aquel día, y con ese sonido tan perruno, vi por primera vez coyotes en Provincetown. Tanto la taquigrafía como la frase elaborada tienen como objetivo devolverme al momento y al lugar de la anotación. Y soy extremadamente precisa cuando digo esto. Las palabras no me recuerdan el motivo que indujo la anotación, sino la experiencia, fuera la que fueses. Esto es importante. Así, puedo elaborar a partir de la idea —esto es, la significancia del hecho— en lugar de volver sobre ella. Es el instante preciso lo que trato de aprehender en las libretas, no la observación ni el pensamiento. Y, por supuesto, muy a menudo es eso mismo lo que pretendo hacer en los poemas terminados.
Extractos
¿Quién diría al ruiseñor que su canto es frío por carecer de palabras?
*
¿Cuándo sentirás un atisbo de compasión por
todas las cosas mullidas
que habitan en este mundo,
tú incluida?
*
La primera vez que la —o lo— viste —belleza, ese sueño, el vórtice humano de tu vida—, ¿te detuviste, te quedaste inmóvil en el aire fresco, respirando como un árbol? ¿Cambiaste tu vida?
*
Es mejor para el corazón romperse
que no romperse
*
Una vida entera y en esto se resume todo:
belleza y terror
*
¿Quién eres?, gritaron ellos, en la linde del pueblo.
Soy de los vuestros, respondió el poeta.
Aunque iba vestido como el viento, aunque parecía
una cascada.
*
Sobre poemas que no funcionan: ¿quién quiere ver a un pájaro casi volar?
*
Tras una infancia cruel, una debe reinventarse.
Y luego, reimaginar el mundo.
*
Mucho de lo que escribió Woolf no lo escribió porque fuera una mujer, sino porque era Woolf.
*
¿No ha estado avecinándose el fin del mundo desde absolutamente siempre?